Los expertos nos dicen estos días a través de la revista Science que las pinturas de las cuevas rupestres del Norte de España son 10.000 años más antiguas de lo que se creía. Eso significa que pueden tener más de 30.000 años y que fueron ejecutadas por nuestros predecesores, los neandertales.
A mí, estas cantidades de años me impresionan tanto como los miles de millones de euros que se manejan ahora con tanta soltura. Pero lo que más llama la atención es que esas cuevas hayan sido el refugio de nuestros antepasados durante decenas de miles de años y que se hayan conservado, de milagro, hasta nuestros días.
Soy de las privilegiadas que pudo visitar las Cuevas de Altamira cuando no había controles. Recuerdo que podíamos hacer fotos sin problema y también se podía triscar por la cueva con toda libertad. Era muy pequeña, pero me acuerdo perfectamente de aquella excursión del catecismo. En realidad, era la única salida que hacíamos en todo el año, así que no es de extrañar que la tenga muy presente. En esos años también fuimos Candamo. Entonces no me paraba a pensar en la pila de años que llevaban aquellas pinturas en las paredes de la caverna. Ahora prefiero no pensarlo, porque da vértigo llegar a la conclusión de lo poco que somos los sapiens (con 100 años de vida, como mucho) para lo malos, y perversos que podemor llegar a ser.
A propósito de la noticia de la nueva datación de las pinturas rupestres, se está hablando mucho del arte que ejecutaron aquellos pobladores y del valor que tiene que hayan llegado hasta a nuestros días. Y yo me pregunto, ¿qué dirán de nosotros dentro de 40.000 años? Y también me respondo, pues no dirán nada, porque nosotros mismos somos los más depredadores y esquilmadores de todos los animales conocidos del planeta Tierra.
Justo, en Asturias, se lucha estos días por la explotación de las minas de carbón. En otros países de Europa hace tiempo que pasaron la página, pero nosotros nos aferramos a éste cultivo con uñas y dientes. Hace años que nos dieron miles de millones de euros para que nos labráramos otro futuro, pero no sabemos encontrar la luz que nos libere del carbón, un combustible condenado a desaparecer por contaminante.
Para el bien de todos, espero que en una década se hagan realidad las previsiones del divulgador científico asturiano, Amador Menéndez Velázquez, que nos anuncia que las viviendas se abastecerán de la energía solar que recogerán las ventanas de cada edificio, cuyos cristales llevarán pinturas luminiscentes, capaces de capturar la luz solar y generar electricidad.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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