Trabajó en el campo, cocinó, crió
hijos, amó, cosió, bordó, cantó. Hizo todo eso, pero Dolores
Sánchez "La Galana", (Piñeres de Pría. Llanes,
1937) tiene un plus que la distingue del resto desde que era muy
pequeña: es una rara avis que le gusta mucho leer y escribir
poesía y, esa afición en el ambiente rural, incluso en el urbano, choca
bastante.
Acaba de cumplir 80 años y recita
poesías de memoria, tanto las propias, como las de sus admirados
Rosalía de Castro, Machado, Amado Nervo, Rubén Darío o Bécker,
por poner unos pocos ejemplos. A todos los tiene en su mesita de
noche y son su fiel compañía, junto a sus gatos.
En su pueblo la llamaron durante años
la periodista, porque publicaba su creación en los
periódicos que tenía más a mano: El Fielato y El Oriente. Es
posible que hoy ya se la conozca por la poetisa que más y mejor
cantó a Piñeres de Pría, pues no todos los pueblos tienen esa
suerte.
Las faenas del campo, las fuentes de
Pría, los bufones, las flores, las frutas o las golondrinas le
sirven de inspiración y, a la vez, se convierten en una crónica del
ambiente campesino.
Vive en su mundo lírico y onírico,
con la poesía rondándole la cabeza a todas horas, y apenas repara
en el mundo real que la rodea. Sus admiradas flores naturales, esas
que repartió y regaló a tanta gente, se mezclan ahora con las de
plástico. Los periódicos sirven de cama para sus gatos, la
principal compañía de esta mujer sola y solitaria, no sé si por
obligación o por elección.
Vive su soledad en una esquina de
Piñeres. De vez en cuando le ayuda una familia rumana, amiga. La
compra se la lleva el taxista de Nueva o los dueños de la tienda.
No disfruta del servicio de ayuda que
prestan los municipios a personas mayores. Me contó que hace tiempo
la visitó una señora del Ayuntamiento, le criticó que tuviera
mucha ropa almacenada y tantos libros apilados, y no volvió. No sé
si ésa descripción se ajusta a los hechos, pero sí sé lo que yo
vi, sin pasar del patio de su casa, donde me encontré una mujer
vital, con gana de conversación y mente ágil, que alberga un poso de tristeza, desbordada, a sus años, por la cruda y prosaica
realidad del día a día. Puede suceder que la cabeza no vaya en
consonancia con las piernas. Y la cabeza de Dolores vuela, pero sus
piernas, apenas le dan para moverse de casa a la antojana y sentarse
al sol en la pequeña silla de playa que le repararon sus amigos
rumanos.
No conoció a su padre, que nunca llegó
a casarse con su madre, pero lo lleva en el sobrenombre, "La
Galana", tomado del apellido Galán de su progenitor,
asesinado en agosto de 1936, pocos meses antes de su nacimiento. Una
vida de novela que Dolores convierte en poesía. Sus versos le
sirvieron para fabular la realidad y sobrevolar o levitar por los
caminos empedrados -ahora asfaltados- de Piñeres de Pría, y así,
evadirse del trabajo duro y rudo del campo y de los desaires e
incomprensiones que sufrió por su forma de ser y de estar.
El Ayuntamiento de Llanes le organizó
hace un mes un homenaje en una fría noche de invierno al que Dolores
no pudo asistir. No eran horas para una octogenaria, delicada de
salud.
No estaría mal que la Casa de Cultura,
a la que Dolores llevó tantas flores, durante tantos años, pagando
el taxi, le devolviese el detalle con otro homenaje íntimo en
Piñeres de Pría, eso sí, en una soleada tarde primaveral. Para
ello confío en el buen hacer de Higinio del Río. Sólo se necesita
adornar con flores la antojana y regalarle una silla que resista la
intemperie, en la que pueda disfrutar del sol. La poesía ya la pone
ella, porque ella es... poesía.
¡Buen camino!
¡Buen camino!
(Aprovecho para recordar a mi tía Anita (1920-2017). No era
poetisa, pero recitaba muchos versos de memoria, como ésta Décima,
cuyo autor desconozco, y que está de rabiosa actualidad:
El
mundo está caducante, en escándalo la plebe,
prevaricada la gente, no se paga a quien se debe,
los delitos en
creciente, lo sagrado está ofendido,
las virtudes en menguante, en fin, todo está perdido.
la vanidad muy pujante, ¡Hete aquí, porqué no llueve!
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