miércoles, 5 de abril de 2017

Ella es...poesía

Dolores Sánchez, La Galana. (I.C)
Isolina Cueli
Trabajó en el campo, cocinó, crió hijos, amó, cosió, bordó, cantó. Hizo todo eso, pero Dolores Sánchez "La Galana", (Piñeres de Pría. Llanes, 1937) tiene un plus que la distingue del resto desde que era muy pequeña: es una rara avis que le gusta mucho leer y escribir poesía y, esa afición en el ambiente rural, incluso en el urbano, choca bastante.
Acaba de cumplir 80 años y recita poesías de memoria, tanto las propias, como las de sus admirados Rosalía de Castro, Machado, Amado Nervo, Rubén Darío o Bécker, por poner unos pocos ejemplos. A todos los tiene en su mesita de noche y son su fiel compañía, junto a sus gatos.
En su pueblo la llamaron durante años la periodista, porque publicaba su creación en los periódicos que tenía más a mano: El Fielato y El Oriente. Es posible que hoy ya se la conozca por la poetisa que más y mejor cantó a Piñeres de Pría, pues no todos los pueblos tienen esa suerte.
Las faenas del campo, las fuentes de Pría, los bufones, las flores, las frutas o las golondrinas le sirven de inspiración y, a la vez, se convierten en una crónica del ambiente campesino.
Vive en su mundo lírico y onírico, con la poesía rondándole la cabeza a todas horas, y apenas repara en el mundo real que la rodea. Sus admiradas flores naturales, esas que repartió y regaló a tanta gente, se mezclan ahora con las de plástico. Los periódicos sirven de cama para sus gatos, la principal compañía de esta mujer sola y solitaria, no sé si por obligación o por elección.
Vive su soledad en una esquina de Piñeres. De vez en cuando le ayuda una familia rumana, amiga. La compra se la lleva el taxista de Nueva o los dueños de la tienda.
No disfruta del servicio de ayuda que prestan los municipios a personas mayores. Me contó que hace tiempo la visitó una señora del Ayuntamiento, le criticó que tuviera mucha ropa almacenada y tantos libros apilados, y no volvió. No sé si ésa descripción se ajusta a los hechos, pero sí sé lo que yo vi, sin pasar del patio de su casa, donde me encontré una mujer vital, con gana de conversación y mente ágil, que alberga un poso de tristeza, desbordada, a sus años, por la cruda y prosaica realidad del día a día. Puede suceder que la cabeza no vaya en consonancia con las piernas. Y la cabeza de Dolores vuela, pero sus piernas, apenas le dan para moverse de casa a la antojana y sentarse al sol en la pequeña silla de playa que le repararon sus amigos rumanos.
No conoció a su padre, que nunca llegó a casarse con su madre, pero lo lleva en el sobrenombre, "La Galana", tomado del apellido Galán de su progenitor, asesinado en agosto de 1936, pocos meses antes de su nacimiento. Una vida de novela que Dolores convierte en poesía. Sus versos le sirvieron para fabular la realidad y sobrevolar o levitar por los caminos empedrados -ahora asfaltados- de Piñeres de Pría, y así, evadirse del trabajo duro y rudo del campo y de los desaires e incomprensiones que sufrió por su forma de ser y de estar.
El Ayuntamiento de Llanes le organizó hace un mes un homenaje en una fría noche de invierno al que Dolores no pudo asistir. No eran horas para una octogenaria, delicada de salud.
No estaría mal que la Casa de Cultura, a la que Dolores llevó tantas flores, durante tantos años, pagando el taxi, le devolviese el detalle con otro homenaje íntimo en Piñeres de Pría, eso sí, en una soleada tarde primaveral. Para ello confío en el buen hacer de Higinio del Río. Sólo se necesita adornar con flores la antojana y regalarle una silla que resista la intemperie, en la que pueda disfrutar del sol. La poesía ya la pone ella, porque ella es... poesía.
¡Buen camino!

(Aprovecho para recordar a mi tía Anita (1920-2017). No era poetisa, pero recitaba muchos versos de memoria, como ésta Décima, cuyo autor desconozco, y que está de rabiosa actualidad: 
El mundo está caducante,                   en escándalo la plebe,
prevaricada la gente,                          no se paga a quien se debe,
los delitos en creciente,                       lo sagrado está ofendido,
las virtudes en menguante,                 en fin, todo está perdido.                    
la vanidad muy pujante,                     ¡Hete aquí, porqué no llueve!
                                                         


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