En la fachada principal de la Casa Consistorial están plantados, a pie de calle, cuatro mástiles de los que penden otras tantas banderas: Europa, España, autonomía y municipio. Pero asomada a la ventana del último piso del edificio, justo debajo del reloj, que marca las dos y veinte de la tarde, podemos ver una quinta bandera tricolor, de pequeño tamaño, pero que se ve, o llama la atención, mucho más que las otras cuatro juntas, plegadas sobre sí mismas. Es la bandera de la República española, estirada en una de las hojas del ventanal. No sé quien trabaja detrás de esos cristales, ni quien colocó el símbolo republicano, pero lo que sí consigue es que la reivindicación no pase desapercibida para todos los que pasan por la plaza del Ayuntamiento.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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