Mucha gente acaba de enterarse que los Estados Unidos espían nuestras cuentas de correo electrónico, nuestros blogs y nuestros teléfonos. (También se de gente mucho más cercana, que tiene el vicio de pinchar teléfonos y escuchar conversaciones privadas. Pero como no soy policía, no puedo demostrarlo, aunque hace unos meses ellos mismos se delataron y me echaron en cara una llamada telefónica que yo había recibido de una tercera persona).
Pero volviendo a lo de Estados Unidos, a mí esta noticia no me cogió de sorpresa. Siempre lo imaginé, pero desde hace dos años, en concreto, desde que abrí este blog, lo compruebo cada vez que subo a la red un comentario. Inmediatamente ya tengo una visita desde Estados Unidos. Y yo sé que allí no tengo ningún conocido ni personas que puedan estar interesadas en mis opiniones, salvo un súper ordenador que ficha todo lo que se mueve. Hoy no será una excepción y como no voy a poner palabras ni siglas comprometedoras, imagino que no saltarán muchas más alarmas.
Lo mismo me pasa con los rusos. Van casi a la zaga y tampoco me puedo jactar de tener amigos en esas latitudes, con lo cual, deduzco que hay gato encerrado. Sino, les pido desde aquí a esos lectores, que se manifiesten con un comentario a este post.
Lo dijo hace unas semanas Assange, el pionero en delatar los entresijos del poder. Se lo contó a Jordi Ébole y le dejó claro que estábamos más que controlados y también le dijo que mucha culpa era nuestra, ya que nos exponemos de forma descarada. Damos datos a diestro y siniestro de nuestros movimientos, de nuestros gustos, de nuestros disgustos y esa es una información muy preciada.
Lo que hacemos con las fotos es un capítulo aparte. Me da pánico ver con qué alegría se exponen fotos en el patio de vecindad que es la RED. Aunque desde la intimidad de nuestras casas nos parezca que estamos a salvo, es una percepción errónea. Cada foto que colgamos, o mismamente este texto que yo escribo, es como si lo colgáramos en el balcón de nuestra casa. Está expuesto a todo el que pase, a los curiosos, a los cotillas, a los envidiosos y a los pérfidos. También a las buenas personas, por supuesto, y a los amigos, que nos leen y nos miran de otra manera. Pero yo me quiero centrar en los peligros que corremos y que desconocemos porque pensamos que todo el mundo es bueno.
Yo sé que todo lo que digo en este blog es un arma de doble filo y a pesar de que no me prodigo demasiado, ya me retraté mucho más de lo que debería.
A pesar de todo, ¡Viva el espíritu crítico!.
Un proverbio chino dice que vale más una buena crítica que mil elogios. Aquí haremos crítica constructiva para dar voz a los que no pueden hacerse oír en la Aldea Global de la que formamos parte y que, curiosamente, nos satura de información. Un ruido que nos aturde y nos impide distinguir el grano de la paja; la cordura de la herejía. Dedicado a Mariano José de Larra(1809-1837), autor del grito: ¡Escribir en España es llorar! y a quienes pensaron lo mismo, pero no se atrevieron a decirlo.
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