Isolina Cueli
Si sumamos todos los dígitos del año
2017 nos da Diez. Pues esos son mis deseos para este año que
acabamos de estrenar: un sobresaliente en todo y para todas y todos.
Ya sé que es difícil, pero por pedir que no quede. Por eso estos
deseos, con la mejor nota posible, son extensivos a todo el mundo y a
todas las personas de bien. Deseos de Salud y Paz interior y
exterior. Con estos dos ingredientes y ganas de trabajar, los demás
deseos vienen solos.
Brindo por aquellos que siempre ven la
botella medio llena; los que llevan el sufrimiento con optimismo y
resignación; los que son capaces de poner la otra mejilla; quienes
tienen paciencia hasta para regalar; y brindo por todos los que son
capaces de dar, sin esperar nada a cambio.
Como estamos en la era de la ecología,
del cambio climático y en momentos críticos para nuestro planeta
Tierra, mis mejores deseos para los que no derrochan el agua; no
desperdician los alimentos, ya que mucha gente pasa hambre y
necesidad; para los que saben caminar y prescindir del coche; para
quienes consiguen apreciar un paisaje en la naturaleza; para los que
son conscientes de que un árbol es un pulmón de nuestro pequeño
universo, y si se corta uno, deberíamos reponer otro.
Y como la vida material y ecológica se
queda coja sin la amistad y el amor, que conforman la parte
sentimental: mis mejores deseos para los que saben apreciar la
amistad; para los que van de frente, sin doblez, de acuerdo con la
doctrina de San Agustín que decía que vale más un enemigo en
frente, que un adulador al lado; para los que tienen la suerte de
vivir el amor sin muchos sobresaltos; y mis mejores deseos de fuerza
y coraje para las mujeres que se ven envueltas en una red de falso amor, que puede costarles la vida, y no son capaces de desenredarse.
Desear trabajo para todos suena muy
raro, pero sí deseo que los jóvenes y menos jóvenes tengan valor
para adelantarse al futuro e inventarse un trabajo, para crear su propio modus vivendi.
Pero acto seguido tendría que pedir sentido común para los
políticos -esos seres que, salvo raras excepciones, siempre vivieron
del erario público y no saben lo que es trabajar por cuenta propia-.
A ellos que se les llena la boca con recetas para encontrar trabajo,
les sugeriría que intenten hacerse autónomos por una vez en su
vida. En ese momento de empatía comprobarían en carne propia todas
las zancadillas burocráticas que se les ponen a diario a miles de
autónomos que sólo piensan en trabajar y en ganarse la vida
dignamente.
Mis mejores deseos para el 2017
incluyen también a los de la mala leche; las malas intenciones; las
envidias; las confabulaciones; los aduladores; los falsos y demás
gentes que no puede soportar el bien ajeno. Espero que este año
2017, año Diez, les haga ver que también se puede vivir deseando suerte a los demás y alegrándose de ello.
A modo de conclusión, vuelvo a tomar
palabras de San Agustín, para aconsejarles a todos y todas que este
año se permitan hacer una locura.
¡Buen camino!