Con este título tan llamativo, Una aldeana por el mundo, participé el pasado fin de semana en la I Jornada de Igualdad del Parque Natural de Redes, organizada por los ayuntamientos de Caso y Sobrescobio e impulsada por sus concejalas de Servicios Sociales e Igualdad, Pilar Ruiz y Berta Suárez respectivamente.
Me precedió en el uso de la palabra Emma González, profesora de la Universidad de Oviedo, quien nos contó que "los chicos también lloran" y que la sociedad patriarcal en la que vivimos es muy exigente con el sexo masculino.
Centro de Interpretación Parque de Redes (Caso). |
Aproveché para sugerir a las concejalas que le pidan a la Real Academia Española que revise la definición de la palabra aldeano. En la acepción figurativa se refiere a persona inculta y rústica. Y aldeanismo lo describe como "estrechez y tosquedad de espíritu o de costumbres, propia de una sociedad reducida y aislada".
Por mi parte, aproveché para recordar la definición de Aldea Global desarrollada por el filósofo canadiense Marshall Mcluhan (1911-1980), que ya en los años setenta consideraba a la Tierra como un pueblo grande, sólo por el hecho de tener muy desarrollados los medios de comunicación tradicionales. Cincuenta años después, con las redes sociales y todas las nuevas tecnologías, ya no somos aldea, la Tierra es un patio de vecindad, y pequeño. Este concepto lo nombró nuestro filósofo Juan Cueto (1942-2019) con la palabra: glocal, que aglutina lo global y lo local.
Y yo, que soy de Priesca, no tengo nada más que añadir, salvo decirle a la RAE que no sea corta de miras ni inculta y dignifique la definición de aldeano-aldeana y, por supuesto, la de aldeanismo.
Los de pueblo sabemos que no hay nada más aldeano, en el sentido de inculto, que un urbanita caminando por una caleya.