Isolina Cueli
Amigos
y amigas de la Asociación Asturiana Gaspar García Laviana, señoras
y señores,
Muchas
gracias por contar conmigo para este acto en homenaje y recuerdo al
misionero y guerrillero asturiano Gaspar García Laviana con motivo del cuadragésimo aniversario de su muerte.
Hace
veinte años, por estas fechas, yo estaba en Nicaragua, enviada por
La Voz de Asturias, que dirigía Faustino F. Álvarez,
para hacer un reportaje, coincidiendo con el
vigésimo aniversario de la muerte de Gaspar. Tengo que decir, antes
de nada, que hasta ese momento, desconocía la historia de García
Laviana. Llegué a él gracias a José Manuel Bárcena, un cura de
Infiesto, radicado en Gijón, que muchos de ustedes conocerán y que
fue un sandinista y guerrillero en la retaguardia sin salir de Gijón,
una posición muy importante y poco agradecida, por aquello de estar
en segundo plano, que no todo el mundo sabe ocupar. Bárcena la
ejercía con naturalidad y en Nicaragua aún se acuerdan de él,
aunque no sepan su nombre, como pude comprobar éste verano, cuando
conocí al cardiólogo nicaragüense Daniel Rivas Bravo. Me hablaba
con admiración de un padre asturiano que les había ayudado mucho.
Después de varias conjeturas, averigüé que el padre era Bárcena.
Ya sé
que no estamos aquí para hablar de Bárcena, pero si no hubiese sido
por él, yo no estaría hoy en este acto. Su mensaje de dar voz a los
sin voz tenía mucho calado y como periodista, procuré colaborar en
ésa causa las veces que me lo pidió. Hoy casi todo el mundo tiene
un altavoz en su bolsillo en forma de teléfono móvil, con acceso a
las redes sociales. Pero hasta principios del siglo XXI eso era
distinto. Salir en el periódico, en la radio o la televisión era
cosa de unos pocos. Bárcena lo sabía y por eso intentó tener su
periódico, aunque no le salió bien.
Como
curas, Bárcena y Gaspar eran privilegiados porque podían utilizar
el púlpito. Para un misionero el púlpito suponía un medio de difusión
muy importante, pero Gaspar intuía que las palabras no eran
suficientes ni convincentess y que los mensajes bíblicos se quedaban cojos y cortos
sin hechos que les acompañasen. Hechos en forma de escuelas,
maestros, medicinas, tierras. Y en un momento dado de impotencia optó
por la revolución. Así lo cuenta en muchos de sus poemas dedicados a los
campesinos:
"Sentí
en mi carne tu pobreza como un látigo de fuego.
Quise
apagar tu pobreza con justicia legalista;
al
no poder, me convertí en guerrillero.
Campesino,
abrasaste mis entrañas
como
lava derretida en el seno de la tierra.
Quiero
consumir el mundo
con los versos encendidos que me inspira tu pobreza".
con los versos encendidos que me inspira tu pobreza".
Lo que sigue en su periplo vital, lo saben ustedes mejor que yo.
De
todas formas, quiero recordar las palabras que le dedica Sergio
Ramírez en su libro "Adiós muchachos":
"El
ejemplo de compromiso armado de un cura con la revolución sandinista
lo dio Gaspar García Laviana, misionero de la orden del Sagrado
Corazón y párroco del pequeño pueblo de Tola, muerto en combate en
el Frente Sur en 1978. Gaspar, un asturiano con vigor de minero,
nacido en San Martín del Rey Aurelio en 1941, tenía las crenchas
entrecanas y las cejas pobladas, y una barba rebelde que a pesar de
la cuchilla siempre le estaba creciendo otra vez. Poeta, además, y
capaz de los juramentos más irreverentes.
En
alguna de las oficinas del búnker de Somoza encontramos a la hora
del triunfo las fotografías a colores de su cadáver tirado sobre la
hierba. Tomadas de diferentes ángulos, lo muestran vestido de verde
olivo, la pañoleta rojinegra al cuello, toda la mitad del rostro un
enorme boquete abierto por la bala de alto calibre; y volví a ver
esas fotos hace poco, con la misma zozobra, cuando me pidieron cosas
suyas para una exposición en su honor en Gijón, con motivo
de la Semana Negra.
Gaspar,
a quien llamábamos El Buda, apareció en San José a finales de
1977. Se había despedido ya de los feligreses de su parroquia, y esa
Navidad iba a dirigir una carta pública explicando su entrega a la
lucha armada, que Humberto Ortega me pidió preparar. Yo me esmeré
en escribirla en un lenguaje evangélico, porque tenía que sonar
como la carta de un verdadero cura. Se la leí, sentados los dos en
un catre del refugio de Humberto, y se quedó callado, con la cabeza
hundida entre las manos; luego se sacó tímidamente de la bolsa unas
hojas apretadamente escritas; vaciló, y las volvió a guardar:
—No
es nada importante —dijo al fin—. Yo había escrito otra.
Yo también soy escritor.
Azorado,
le pedí que nos olvidáramos de mi proyecto de carta, era el suyo el
que importaba, pero él se negó de manera rotunda. Y se publicó la
mía. Pero él era escritor, un poeta".
Creo
que esta escena, que tuvo que ser brutal, fue una primera lección de
humildad por parte del Gaspar guerrillero.
El
texto de Ramírez continúa diciendo que: "Gaspar fue un
símbolo para decenas de sacerdotes, misioneros, religiosas, diáconos
y delegados de la palabra que predicaron la revolución, trabajaron
en apoyo de los guerrilleros sandinistas en los barrios y en las
áreas rurales, transportaron armas, aseguraron refugios clandestinos
y fueron a veces combatientes ellos mismos. Un símbolo que se amplió
a miles de laicos, católicos y evangélicos, ansiosos a la hora del
triunfo de trabajar por el advenimiento de una nueva sociedad y de un
hombre nuevo, en una lectura de la historia que hacían juntos
cristianos y marxistas".
Y
esto que describe muy bien Ramírez no es otra cosa que la Teología
de la Liberación, inventada en América Latina y llevada a la
práctica al pie de la letra, en este caso, en Nicaragua.
Y
aquí me gustaría acordarme de varios misioneros de la época, que
no se echaron al monte, pero que también trabajaron y dieron lo
mejor de su vida por Nicaragua. Me refiero al dominico de Aller, José
Álvarez Lobo, Chepe Lobo, en Chinandega; el también dominico leonés
Gregorio Barreales, director de la Escuela de Agricultura de Rivas,
un puesto de vital importancia para el desarrollo del país. Se trata de un centro de formación en el que se formaron y se siguen formando muchos jóvenes que
apuestan por el campo. El asturiano de Priesca, en Villaviciosa,
Ángel Torrellas, que puso su saber como músico a disposición de
varias generaciones. Me reservo para el final el trabajo del
claretiano, también de Villaviciosa, Mino Cerezo Barredo, autor de
la portada del libro editado este año por el Foro Gaspar García
Laviana y autor, en ése mismo libro, de un artículo que titula: En
la Revolución de Nicaragua. Mino, que había ido a Managua como
misionero, convocado por su compañero de orden, Teófilo Cabestrero,
para apoyar a los cristianos que participaron en la revolución,
acabó poniendo en marcha, a instancias del Gobierno Revolucionario,
el Departamento de Diseño de la Editorial Nueva Nicaragua, un
instrumento clave para divulgar la propaganda del poder recién establecido.
Hay
otro asturiano que también contribuyó al primer éxito de la causa
sandinista y que hoy se siente defraudado, me refiero al periodista
Zoilo Gutiérrez Martínez de la Vega, natural de Turón, en Mieres,
y fundador de Acan, Agencia Centroamericana de Noticias, vinculada a
la Agencia Efe. Con la perspectiva que le dan los cuarenta años
transcurridos, para Zoilo Gutiérrez la de Gaspar fue una muerte
inútil. Pero en su momento, no dudó en poner su grano de arena a
través de Acan. Este medio de comunicación puso en el mapa de la
información a América Central y como tal, fue muy importante para
el movimiento sandinista y muy perjudicial para el dictador Somoza,
que llegó a decir que a él no lo habían derrotado los sandinistas,
sino Acan.
Cuando
se escuchan noticias sobre la situación política y social de la
Nicaragua de hoy muchas personas se preguntan y me preguntan, qué
pensaría Gaspar de la deriva que tomó el sandinismo. Yo no puedo
contestar esa pregunta. Es difícil saber la evolución de Gaspar en
cuatro décadas, así que la dejo a elección de cada uno de ustedes.
Por
mucho que yo diga aquí, por mucho que denuncie, sé que no voy a
arreglar nada en Nicaragua, así que permitanme que pase por alto la
situación política actual. No porque no tenga opinión, sino porque
no quiero polemizar. Me consta que hay distintas opiniones y
distintas formas de interpretar la realidad y las respeto.
Me
preguntaba Javiera hace unos días cómo podíamos incorporar el
mensaje de Gaspar a la realidad de cada uno de nosotros, hombres y
mujeres. Y se me vinieron a la cabeza dos puntos débiles de Gaspar
que están de plena actualidad: la defensa a ultranza de las mujeres,
aquellas que sufrían violencia dentro del matrimonio y las niñas y
jóvenes obligadas a prostituirse por la Guardia de Somoza. Mujeres y
hombres podemos seguir hoy ese ejemplo, tanto para prevenir, como
para denunciar casos de abuso y maltrato.
El
otro punto débil de Gaspar era la defensa de los campesinos y de la
naturaleza, hoy sería la defensa del medio ambiente, que no es otra
cosa que la defensa de nuestra civilización. Somos tan torpes que
nos vamos a fagocitar nosotros mismos. No vemos límites, no hay setu
que nos torne en destrucción y consumismo atolondrado.
En
este sentido, sí me aventuro a decir que si Gaspar viviese hoy, con
78 años y en plenas facultades mentales, estaría clamando por la
defensa del medio ambiente y si estuviese en Nicaragua sería un firme
opositor a la construcción del canal interoceánico que destrozaría
el lago Cocibolca, "el lago más bello del mundo", como
dijo en más de una ocasión, según lo cuenta Ernesto Cardenal en su
libro "La revolución perdida", en el que
describe al misionero-guerrillero asturiano como "hombre de
oración y a la vez hombre de armas", una postura que puede
resultar chocante, pero que fue su opción y no podemos menos que
respetarla, aunque no se comparta.
Como
defensor, que fue, de los campesinos, de los marginados, -su lema
era: primero la dignidad humana, después el compromiso cristiano-
Gaspar estaría luchando codo a codo con Francisca Ramírez, la líder
campesina nacida en Nueva Guinea en 1977 –un año antes de la
muerte de Gaspar- y que coordina el Consejo para la defensa de la
tierra, el lago y la soberanía. Francisca está hoy exiliada en
Costa Rica, tras recibir amenazas por oponerse al canal que
levantaría una empresa china. Una obra que destruiría parte del río
San Juan y el lago Cocibolca, de 8.000 kilómetros cuadrados.
Asturias tiene 10.000 kilómetros cuadrados, así que es fácil
hacerse a la idea de las dimensiones de esta reserva de agua dulce,
de gran importancia para Nicaragua y su entorno. A Francisca Ramírez
y su familia, oponerse a la iniciativa de los Ortega, les costó el
exilio, pero gracias a su tesón, éste desastre ecológico, ha sido
descartado. De momento!.
En
honor a los actuales dirigentes y defensores del canal, hay que decir
que no es la primera vez que se intenta el proyecto por tierras de
Nicaragua, pero afortunadamente, el sentido común se impone a las
fantasías faraónicas.
El
agua ya es un bien escaso y lo será cada vez más. Nicaragua tiene
la suerte de tener el lago Cocibolca, la mar dulce, como se le llama
también, en el que está la isla de Ometepe, a la que llega ayuda de
cooperación desde Asturias, a través de organizaciones como Arco Iris.
Digo
que Gaspar sería hoy un defensor de la naturaleza, pero si estuviese
en Nicaragua lo sería por partida doble, porque el desastre del lago
afectaría muy de cerca a sus parroquias, en el área de Rivas y San
Juan del Sur. Y como defensor de la naturaleza se opondría a la
destrucción del sustento de los campesinos y por extensión de todo
el país. Un país que tiene una agricultura solvente no puede pasar
hambre. Y un país que tiene una naturaleza exhuberante como
Nicaragua y una ubicación estratégica entre el Caribe y el
Pacífico, también puede ser un reclamo turístico, como ya lo está
siendo, o también se pueden buscar otras vías de desarrollo en
armonía con la naturaleza, como se puede ver en Costa Rica, su
vecino del Sur. Una de las primeras cosas que hizo Gaspar al llegar a
la misión en Nicaragua fue integrarse en la Pastoral Rural que
ya funcionaba en el país, y en la que ya había misoneros
asturianos, como el dominico José Álvarez Lobo, chepe Lobo,
que trabajaba en Chinandega.
Me
resulta chocante que líderes de izquierda que reniegan de la
política liberal de los Estados Unidos no le pongan ni un pero a la
iniciativa china, que ejerce un capitalismo tan agresivo como el
yanky. Lo pude comprobar en Bolivia, en el año 2016 y en Etiopía y
Malawi en 2017. En América siguen renegando del imperialismo español
y no hacen ascos al imperio chino del siglo XXI.
En el
caso de Nicaragua, los actuales gobernantes aprobaron un ley que da
carta blanca a los chinos para hacer el canal interoceánico, más
una autopista paralela y urbanizaciones en ambas márgenes, más dos
puertos deportivos en las cabeceras. Todo esto que puede parecer muy
goloso y que se vende como un activo de puestos de trabajo, es pan
para hoy y mucha hambre y sed para mañana, porque la intervención
en el lago alteraría el ecosistema y las reservas de agua, tanto
para la agricultura, como para consumo humano.
Me consta que la Asociación Asturiana Gaspar García Laviana consigue
financiación para proyectos de Cooperación en Nicaragua. En un país
como Nicaragua con un clima muy propicio para la agricultura y la
ganadería, es importante asesorarles con métodos de almacenamiento del
agua. El sol lo tienen garantizado. La clave está en que tengan agua
para riego todo el año y eso se puede conseguir con balsas u otros
sistemas de almacenaje, como vemos por el Sur de España. En un país
con sol y agua no puede o no debe haber miseria.
Hace
veinte años le hice una entrevista a Edén Pastora, el Comandante
Cero, que va y viene al sandinismo de manera cíclica. En ésa época
estaba alejado de la causa.
Ante
la pregunta ¿Qué necesita Nicaragua para salir adelante? Me
contestó: "Si yo fuera presidente me volcaría en el campo.
Invertiría muy fuerte en hacer producir lo único que tenemos: la
tierra. Hay que meter dinero en el campo. Somos un país
eminentemente agrícola. Si el campesino produce y tiene dinero se
moverá todo el país, el comercio, la industria, etc. Pero si se
fomenta la miseria del campo nunca saldremos de la miseria. Gaspar y
mucha más gente dieron su vida por ayudar a los campesinos a salir
de la miseria a la que les tenía condenados Somoza. Ese ideal aún
no se consiguió".
Estas
declaraciones son de hace 20 años y creo que a día de hoy tampoco
se consiguió el ideal de Gaspar.
Cuanto
más viajo y más lugares conozco en países menos desarrollados que
nosotros, compruebo que la miseria de unos es muy rentable para otros
y por eso no interesa que abandonen esa franja de necesidades y
penurias.
Y las
guerras y las revoluciones también son muy rentables para algunos,
mientras otros se dejan la vida. Hace años, hablaba con Cayo
Rodríguez Ponga, un langreano nacido en 1912 que se murió con 102
años, sobre una conocida familia de Gijón. Cayo me decía, ésa es
una fortuna de la Primera Guerra mundial. Me quedé atónita al
escuchar esas palabras tan crudas, pero las decía un hombre casi
centenario que lo había visto y sufrido casi todo. Y sí, mientras
se mueren miles o millones de Gaspar, fieles a unos ideales, se
enriquecen cuatro que no tienen escrúpulos a la hora de pasar por
alto o pisotear la esencia de esos ideales.
El ex
jesuita bilbaino José Antonio San Ginés, "Goyo" en la
guerrilla, que conoció de cerca a Gaspar, me decía hace 20 años,
en el reportaje que hice en Nicaragua, que "morir por una
causa idealista merece la pena, otra cosa es que cuatro jodidos se
hayan enriquecido por ello".
Para
terminar, quiero rendir aquí un homenaje a Gaspar y a todos los
Gaspar del mundo, no sólo a los de Nicaragua. A todos los que se
jugaron la vida por una causa noble, por un ideal que se suponía
mejoraría la vida de mucha gente humilde.
Mucho
mejor que yo lo expresa Sergio Ramírez en su libro "Adiós
muchachos" en el que dice, refiriéndose a los guerrilleros que
llegaron al poder en Nicaragua: "la obligación de los vivos
era ajustar su conducta a la de los muertos, recordar que estábamos
en el poder porque ellos se habían sacrificado, porque habían
asumido la muerte como una tarea. Había que recordarlo siempre, como
lo escribió Ernesto Cardenal en un poema".
Ése
poema de Ernesto Cardenal al que se refiere Sergio Ramírez, dice:
Cuando
te aplauden al subir a la tribuna,
pensá
en los que murieron.
Cuando
te llegan a encontrar al aeropuerto
en
la gran ciudad,
pensá
en los que murieron.
Cuando
te toca a vos el micrófono, te enfoca la televisión,
pensá
en los que murieron.
Mirálos
sin camisa, arrastrados,
echando
sangre, con capucha, reventados,
refundidos
en las pilas, con la picana, el ojo sacado,
degollados,
acribillados,
botados
al borde de la carretera,
en
hoyos que ellos cavaron,
en
fosas comunes,
o
simplemente sobre la tierra, abono de plantas
de
monte:
Vos
los representás a ellos,
ellos
delegaron en vos,
los
que murieron.
Gracias
y buen camino a todas y todos!