Á. Valle, Mino Cerezo, I. Cueli, A. Vega y de pie, E. Bustio. |
A continuación reproduzco las palabras que pronuncié en el acto, celebrado en el Teatro Riera de Villaviciosa.
Señor alcalde, Mino, presidente de Cubera, autoridades, señoras y señores, amigos y amigas.
Señor alcalde, Mino, presidente de Cubera, autoridades, señoras y señores, amigos y amigas.
Muchas gracias por
arroparnos en este acto. Cubera da un paso más para visibilizar a
Mino Cerezo en la Villa, donde nació hace 86 años, aunque no los
aparente.
Tengo que confesar que
hasta hace dos años desconocía la existencia de Mino Cerezo,
incluso de su hermano Gonzalo Cerezo, más popular en la villa.
En el otoño de 2016,
tuve la primera noticia de Maximino Cerezo Barredo. Mi amiga Ana
Gaitero, periodista del Diario de León, le hizo una entrevista con
motivo de la inauguración del retablo que acababa de realizar para
la parroquia de San Antonio de Padua, atendiendo al encargo del
párroco, el salesiano Juanjo Ruiz, presente en este acto y al que agradezco el esfuerzo por venir desde León.
En ésa entrevista Mino dijo que era de Villaviciosa y a Ana le faltó tiempo para enviarme
el texto.
A partir de ahí se
fueron dando situaciones curiosas: que yo se lo haya comentado a
Etelvino González, en ése momento presidente de Cubera, quien rápidamente dijo que un autor internacional y desconocido en la Villa, bien merecía que se le prestara atención. Y aquí estamos,
con Mino en el barrio de El Ancho, donde nació y al lado del colegio
de San Francisco y de las monjas vedrunas como él las llama, donde
cursó sus primeros estudios. Tampoco está lejos la iglesia
parroquial, en la que permanece el impresionante mural de Paulino
Vicente. Una anunciación en tonos azules que Mino Cerezo vio pintar
y que quedaría impresa en su retina para toda la vida. Y según sus
propias palabras, aquel Paulino Vicente, pintor subido al andamio,
tuvo mucho que ver en su posterior vocación pictórica.
El trabajo realizado en el
cuaderno número 29 de Cubera, y que hoy ve la luz, es sólo una
aproximación a la obra de Mino Cerezo Barredo. Necesitaríamos
muchos más cuadernos para recoger todo su quehacer como pintor y
muralista. Aquí mostramos 170 imágenes de murales, cuadros e
ilustraciones de Mino, pero hay miles, repartidos por diecisiete
países. No obstante, creo que puede servir como acercamiento a su
obra.
Vega entrega a Mino una reproducción del cartel de Reyes. |
Desde los años noventa
tengo pendiente un recorrido por el periplo vital de San Melchor de
Quirós en Vietnam. Ahora añado otro reto: conocer in situ los
murales de Mino Cerezo. Es una forma de viajar muy distinta, un
pretexto insólito, que me llevaría a América del Sur y América
Central a conocer los países, paisajes y paisanajes a los que Mino
entregó gran parte de su vida activa. Muchos de esos países, por
los que Mino sufrió y sufre, como Nicaragua, Brasil,
Argentina,Venezuela, Bolivia, Colombia o Guatemala tienen hoy
problemas domésticos, según nos cuentan en las noticias, bueno,
problemas domésticos e internacionales, como es el caso de la
caravana del Hambre, que afecta a varios países. La verdad es que
este nombre de la caravana me chirría, pero espero que nadie
pronuncie en vano la palabra HAMBRE. Vamos a ser optimistas y
apostar, una vez más, para que siga germinando la semilla que
sembraron todos los teólogos de la liberación y los misioneros de
buena fe, hombres y mujeres que entregaron su vida a enseñar al que
no sabe y aquí entra enseñar a cultivar los campos para tener más
comida, enseñar a leer y escribir para que no les engañen o enseñar
normas elementales de higiene para prevenir enfermedades. Lo de la
religión, por lo general, viene después. Y espero que con el tiempo
lleguen otras cosas, acordes con los tiempos.
Mino realizaba casi todas
las enseñanzas a través de la pintura y hacía buena la frase de
que una imagen vale más que mil palabras, especialmente si los
destinatarios son analfabetos, como era el caso de muchas de las
personas que vivían en las comunidades en las que trabajó.
Todos sabemos que a los
misioneros y misioneras les salió en las últimas décadas una
competencia sana, la de la Cooperación Internacional y las ONGs, y a
pesar de todos esos esfuerzos personales y económicos por parte de
los países más desarrollados, seguimos pidiendo para combatir el
hambre, como cuando yo iba a la escuela de Priesca. Y me paro aquí,
que no es el momento ni el lugar para arreglar el mundo!
Aunque, al hilo de este
comentario, sí me gustaría recordar que en 2018 se cumplen
cuarenta años de la muerte en Nicaragua del misionero asturiano
Gaspar García Laviana. Según sus palabras, la impotencia lo llevó
a empuñar las armas y echarse al monte con los revolucionarios
sandinistas. Sabiendo lo que sabemos hoy, no sé si mereció la pena
su muerte.
Por esas mismas fechas,
Mino también estaba en América y sus armas eran los pinceles y las
brochas; las imprentas y las multicopistas. Aunque en más de una
ocasión también pasó a la acción y encabezó reivindicaciones de
los campesinos brasileños o peruanos.
Y si sus pinturas y
dibujos sirvieron para ayudar a la gente en América, en estos
últimos meses, mientras preparaba el texto del Cuaderno de Cubera
pude descubrir que Mino sigue tocando el corazón de las personas,
incluso, a este lado del Atlántico, y su mensaje está vivo. Un
mensaje que se resume en aplicar las bienaventuranzas del evangelio,
aquello de dar de comer al hambriento, de beber al sediento, posada
al peregrino, etc. Y para eso no hace falta ser creyente, ni ser
practicante de ninguna religión, sólo hace falta ser buenas
personas.
El impacto en los
corazones de quienes se acercan a su pintura lo pude comprobar el
pasado mes de mayo en el albergue de peregrinos de Güemes, en
Cantabria. En el año 2012 Mino pintó un mural en la Ermita
Ecuménica de Güemes. Sí, tenía 80 años, y estaba subido en el
andamio. Desde entonces, Mino está presenta de forma continua en
ese espacio mágico. Cada día se comentan sus pinturas con los
peregrinos (este año pasaron por allí 12.000) y hay reacciones tan
distintas como personas interactúan con la obra.
Cerezo con J. Ruiz y sus colaboradoras de Asturias |
Gracias al ayuntamiento de
Villaviciosa en la persona del señor alcalde, Don Alejandro Vega,
que amplía la edición de Cubera con el monográfico sobre Mino
Cerezo, y permite dar mayor difusión a la obra.
Me encantaría que Cubera
pudiese liberar esta publicación, dedicada exclusivamente a sus
socios, y la dejara en abierto, a disposición de todas las personas
interesadas, de la misma forma que está la obra de Mino Cerezo.
A mí, que soy partidaria
de hacer los homenajes en vivo y en directo, me encanta poder
participar en este reconocimiento público a Cerezo Barredo, que como
pintor nos enseña a mirar un poco más allá de la realidad, más
allá de nuestras narices.
Gracias a Cubera, en un primer momento Etelvino González, como presidente, y ahora Ángel Valle, por darme la oportunidad de participar en el Cuaderno y gracias a Mino por su colaboración y su paciencia para responder a mis preguntas y dudas.
Gracias a Cubera, en un primer momento Etelvino González, como presidente, y ahora Ángel Valle, por darme la oportunidad de participar en el Cuaderno y gracias a Mino por su colaboración y su paciencia para responder a mis preguntas y dudas.
Y como ye uno de los
nuestros, me alegro de sus éxitos y, por supuesto, como peregrino de
la vida, como dirían en Güemes, le deseo Buen Camino de la Vida, al
igual que a todos ustedes.
Buen Camino!