Isolina Cueli
Las dos palabras del título no son
mías. Así, unidas, las escribió en latín -panen et circenses-
el poeta Juvenal hace más de 2100 años. El escritor romano
denunciaba el modus operandi de los emperadores de la época,
que repartían trigo gratis entre sus súbditos y también les
organizaban actuaciones circenses. Según Juvenal, los mandatarios utilizaban ese tejemaneje para tener contenta a la gente, con alimento y
entretenimiento y, así, ellos podían hacer lo que les diese la
gana.
Pues ese pan y circo, tan antiguo como
las piedras, se repite hasta la saciedad. Lo mismo da que vivamos en
dictadura como la de los emperadores, o en una democracia moderna.
Aunque ahora estamos bien alimentados,
está claro que nos encantan los regalos de comida. No hay más que
ver cómo agradecemos ese pincho que ofrecen con la consumición en
los bares o cafeterías. Nos lo envuelven tan bien, o nos dejamos
engañar tan fácil, que hasta creemos que es gratis, cuando, en
realidad, ya lo pagamos bien pagado con la bebida. Pero son
estrategias de las empresas privadas y no tengo nada que objetar. Es
más, tienen toda mi admiración por conseguir vender y mantener los
negocios y ni se me ocurre compararlos con los emperadores romanos.
El título y contenido de ésta columna
me lo sugieren las fiestas y festejos que se organizan a lo
largo del verano en todos los concejos. Parece que los ayuntamientos
compiten a ver quién da más pan y más circo. Al menos, es lo que
vÍ y viví en Asturias. Es igual el color político de
los gobernantes, en los programas culturales se repiten las mismas
ideas y los mismos personajes, empeñados en alimentarnos el estómago
y la mente, o lo que es lo mismo, en fartucarnos y atontarnos. Supongo
que el objetivo será mantenernos contentos y despistados, o
hipnotizados mirando a los matorrales que invaden las carreteras,
las autopistas y los caminos. Está claro que para desbrozar no hay presupuesto. Parten de la base que los turistas, que también van
fartucos y atontaos, ni se enteran de los bardiales que hay por todas
partes. Además, algunos, que presumen de ecologistas, hasta los
encuentran decorativos.
De Folixa en Folixa es el nombre de un
programa de la TPA, la televisión de Asturias, y resume
perfectamente la filosofía de vida del verano. De fiesta en fiesta y
de fartura en fartura y, si es gratis, mucho mejor. Y en eso se
esfuerzan los municipios, convertidos en agentes festivos y artísticos.
Cuántos actos y actividades nos han
presentado como gratuitos. Música, teatro, cine, degustaciones,
fiestas y demás familia, adornadas como gratuitas, cuando en
realidad cuestan mucho dinero y lo pagamos todos. No sé cuándo
vamos a aprender que nada es gratis, por mucho que nos digan que es
así. Nada es gratis y la cultura y, en algunos casos, la
agricultura, menos. Tuve la oportunidad de escuchar música sin pagar; de
ir al cine sin pasar por taquilla; de asistir a conciertos gratis y
creo que es un lujo que no nos debíamos permitir.
Y como el gratis no es gratis, sino que
cuesta dinero, ya nos están anunciando una nueva subida del IBI, el
Impuesto de Bienes Inmuebles, es decir que tenemos que pagar más
por vivir entre cuatro paredes. No vendría mal reflexionar hasta qué
punto nos interesa que nos den pan y circo gratis, a cambio de
atracarnos en otoño con los impuestos del IBI, del IVA y demás porcentajes. Un ejemplo sangrante es el 26 por ciento de un servicio básico como es la luz (21% de IVA y 5% del impuesto eléctrico). Algo parecido pasa con la
gasolina. En Asturias creo que seguimos con el céntimo
sanitario. En su día nos subieron el combustible un céntimo para
contribuir a pagar la construcción de un hospital, cuando había un
complejo hospitalario en perfecto estado. La obra, que luce muy bien al exterior, se acabó hace
cuatro años y algunas zonas interiores amenazan derrumbe y están apuntaladas. Mientras, y como si fuéramos
ricos, los cuatro hospitales que abandonaron a su suerte en el barrio de El
Cristo, en Oviedo, siguen allí, en pie, esperando la picota.
¡Buen camino!